Besos
Brujos, es una novela, un collage de
lenguajes, escrito durante su estadía
en Ibiza en el verano del 65.
En Besos Brujos, Greco reúne
un salpicón de textos, donde mezcla
relatos de la literatura popular de la época,
historias de espías (como las publicaciones
de la Colección Espionaje
de la Editorial Toray), del Far West, novelas
de romance, correo de lectores sacado de
revistas, lanzamiento de concursos y hasta
el horóscopo. Por momentos se convierte
en una especie de musical, aparecen letras
de tangos (Carlos Gardel, Enrique Santos
Discépolo, Libertad Lamarque), boleros
(Mina, Luigi Tenco) y canciones pop (Palito
Ortega), en las que Greco entona los temas
más melancólicos.
En Besos Brujos, Greco logra con palabras,
sacar de su lugar al lector, lo transporta
a una tragedia, donde los personajes traídos
de otras novelas (la Princesa Lidia, el
coronel Mercury y el Sheriff) son las historias
secundarias que acompañan la trama.
Las voces del horóscopo y las canciones
forman el coro que van guiando los acontecimientos
que Greco va viviendo día a día
en su obsesivo y platónico amor por
Claudio, un joven artista chileno que conociera
en Paris, en el 55.
Greco escribe como en un diario / nos dice:
“no sé nada de ti. Y en
el fondo lo prefiero, aunque a veces me
muero por no llamarte. No te perdonaré
nunca que hayas venido a esta isla sabiendo
que yo estaba. Habiéndonos prometido
no vernos más, Claudio. ¿Por
qué lo hiciste? ¿Por qué
eres tan cruel mi amor?”
El coro distrae a uno de los protagonistas:
“- ¿Sinceramente cómo
explica el fenómeno de su popularidad
y rápido ascenso? – Le pregunto.
– En realidad he tenido la suerte
de grabar canciones muy buenas”.
Mientras tanto en el palacio: “Llévenlo
a palacio este mediodía. Allí
hablaremos mejor”.
El coro canta:
“Lo que tú me pidas
siempre te daré
porque eres tú y tú y tú
mi ardiente inquietud”.
Pero, su obsesión por Claudio va
dominando un tormento de relaciones, de
encuentros eróticos y homosexuales,
donde las historias que acompañan,
también llegarán, junto a
Greco, a desenlaces trágicos y perdidos.
Casi al final escribe: “Nunca
sabremos cual fue la suerte del pobre coronel.
Tal vez fue mejor de lo que él imaginaba.
La de Tom Burton fue peor. La traición
nunca compensa. Y los espías…
LOS ESPÍAS MUEREN SOLOS”.
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