Greco viaja a París
en 1954 con una beca del gobierno francés
y se instala por 2 años. Es quizás
aquí donde comienza su trabajo
como artista. En una carta dirigida a
su tía Elena Ferrari escribe: “Voy
a todas las exposiciones. (…) Pinto
mucho, es lo que más hago. Son
cosas abstractas y salen bien”.
Son obras pintadas, en general, sobre
papel, de pequeño formato, que
reflejan una influencia de ciertas formas
de abstracción lírica (predominante
en el París de la época).
El 1 de marzo de 1955 expone un conjunto
de guaches en la galería La Roue.
Un año después retorna a
Buenos Aires y, el 29 de octubre, expone
en la galería Antígona.
Greco quería exponer unas cartulinas
monocromas, pero las galeristas no aceptaron.
Finalmente expuso unos guaches de París.
Ya en esta etapa Greco empezaba su búsqueda
transgresiva más allá de
los lenguajes instituidos.
Por esos años también realizaba
unas pinturas de rostros y retratos, con
óleos y témperas, que luego
vendía en las inauguraciones de
muestras para poder vivir.