Greco lleva su Vivo-Dito a todos los
ámbitos del arte y por 1963 empieza
a realizar lo que llamó objets
vivant, incorporación de personas
a las telas. Se encuentran registros fotográficos
de trabajos realizados en su “Galería
Privada”, donde Greco pone
personas frente a grandes lienzos en blanco,
y marca sus siluetas con líneas
o pinta a su alrededor permitiendo los
movimientos o idas y venidas de las personas.
En mayo de 1964, Greco expone en la Galería
Juana Mordó, en el centro de Madrid.
En la muestra, dos de las obras eran objets
vivant: Una vieja que vendía pipas
por la calle con su canasto de pipas (foto
Fundación Espigas), y un vendedor
ambulante de cupones de lotería.
Los colocó frente a las telas para
dibujar y marcar su contorno.
Estas pinturas “vivas” nos
ponen en jaque todos los valores concebidos
y producen la angustia del tiempo (pasado,
presente y futuro). La persona moviéndose,
dejándose atravesar por el contorno.
Quieta, pero viva, se va a fumar un cigarrillo
y vuelve. Su vida continúa, la
silueta blanca envuelta en un torbellino
de líneas bruscas, queda su fantasma,
nos quedan las preguntas en la ausencia
de la persona. Nos muestra nuevamente
la vida misma.