Greco retornó a Buenos Aires a
fines de 1964 con la idea de presentar
una experiencia de Arte Vivo en su ciudad
natal. Así gestó la muestra
Mi Madrid querido que inaugurara
el 9 de diciembre en la galería
Bonino.
La invitación anunciaba: “Mi
Madrid querido. Pintura espectáculo
vivo-Dito. Con la colaboración
del famoso bailarín español
Antonio Gades; presentación de
Jorge Romero Brest”. La primera
sala de la muestra presentaba dos pinturas
sacadas de un bar de la zona con la imagen
de unas decadentes odaliscas, debajo de
ellas los carteles “Mi tía
María del rosario Greco”
y “Mi tía Ursulina
Greco”. Luego se presentaban
los objets vivant, dos lustrabotas de
la calle Florida sentados delante de los
lienzos en blanco, donde Greco marcaría
más tarde sus siluetas. Junto a
ellos Edgardo Gimenez y Dalila Puzzovio
con máscaras de personajes de comics
locales (Anteojito y Antifaz).
Greco llegó a la galería
disfrazado de almirante, con una banda
roja cruzándole el pecho y un sombrero
de plumas multicolores. Desde una tarima
arrojó claveles a la gente y distribuyó
banderines con la imagen de un cantante
popular (Palito Ortega). Luego leyó
un texto sobre el Arte Vivo que casi no
se podía escuchar. La idea original
era que Antonio Gades realice una actuación
donde se desvestía, se maquillaba
y se cambiaba colocándose un vestuario
de flamenco, Greco le dibujaría
el contorno sobre las telas en blanco
y a la seña de ¡olé!
El guitarrista comenzaría a tocar
y él a bailar. Pero la gente desbordaba
en la galería, se había
cortado la calle por la multitud, por
lo que Greco y su comitiva se dirigieron
hacia la Plaza San Martín al compás
de La Marcha de San Lorenzo con los bastidores
blancos. Al pie del monumento a San Martín,
Antonio Gades bailó un fandango
acompañado por el guitarrista Esteban
de Sanlucas, mientras Greco dibujaba la
silueta del bailarín y escribía
unas frases y explicaba al público
lo que quería decir el Vivo-Dito.