Viaje de pie en metro de Sol a Lavapiés,
fue nombrado por Greco un momento Vivo-Dito.
A diferencia de otros Vivo-Dito, esta
acción necesitó de mucha
organización. Se imprimieron invitaciones,
se convocó a la prensa y a todo
el circuito cultural de Madrid.
La cita: el viernes 18 de octubre de 1964,
7 de la tarde, andén de la estación
metro de Sol – dirección
Lavapiés. En la invitación
afirmaba: “Greco firmará
gentes, situaciones, cabezas de cordero
y todo cuanto considere obra de arte vivo-dito”.
El momento empezó con el pregón
del actor Luis Gallardo, estrictamente
guiñado por Greco y basado en los
vendedores del Rastro: “Miren,
señores, aquí estamos en
un acto vivo de pintura, el arte en el
instante, quemado y purificado. El arte
vivo-Dito es la aventura de lo real que
sale a la calle. Oiga señor, póngase
de cara a la pared. No se vaya señora,
que va a trabajar la rata, el camaleón
que tengo en la mano”.
Al llegar a Lavapiés, Greco se
pone un balde verde en la cabeza y van
hacia la salida del metro. La multitud
lo sigue. Los amigos, los artistas, la
gente que bajaba del metro. Despliegan
la tela y todos se ponen a pintar. La
tela quedó completamente pintada,
la enrollan y como un cadáver la
llevan hacia la Corrala. Gallardo rompe
una botella de wiski sobre la tela y la
prende fuego. Se formó una hoguera
de casi metro y medio de altura que la
dejó reducida a cenizas. Todos
danzaban en torno al fuego. El momento
había superado la acción.
Cae la policía, todos se van corriendo
aunque Gallardo es capturado y llevado
a la comisaría.
En una carta a Lourdes Castro y René
Bertholo, Greco describe el acontecimiento:
“Lo del metro fue alucinante
y terminó con fuego y todo aunque
muchos no entendieron nada. Los mejores
momentos fueron la gigantesca tela-affiche
pintada con el Vivo-Dito, luego recogida
como un rollo con todos los palos y los
tarros de pintura y corriendo a lo loco,
con esto, chorreando pintura y corriendo
por todas las calles. Luego, la gente
corriendo hacia atrás, delirante.
Di la vuelta al ruedo, con esa especie
de cadáver chorreante y lleno de
tierra. (...) Al final querían
atarme a mi también a la quemazón
del cadáver. Cuando todo el fuego
se acabó escribí sobre un
pedazo de tela sin quemar: EL VIVO-DITO
SON USTEDES; EL VIVO-DITO SOMOS NOSOTROS;
EL VIVO-DITO ES ESTO, los firmé
a todos juntos, trazando un círculo
alrededor. Firmé la aglomeración
y me fui.»